martes, 14 de febrero de 2012

Vivir en la ciudad …. vivir en un pueblo

Desde hace cuatro meses, mi íberico esposo y yo apostamos por cambiar de residencia. Dejamos aparcado por un tiempo el vivir en una ciudad y por consecuencia todas sus comodidades y claro sus  incomodidades.

Mi primera sensación ante el cambio …. nerviosismo …. aunque  el cambio fue paulatino , lo peor que llevaba era el  movilizarme con una bebé desde Alcalá de Henares hasta Piedrales (Ávila) en transporte público, ciertamente echaba de menos un poco de solidaridad al bajar y/o subir a los trenes con el cochecito de la bebé. En muchas ocasiones el corazón se me aceleraba, especialmente en las estaciones de mayor tránsito (Atocha y Méndez Álvaro), porque  lo común era que todo el mundo quería ser el primero en bajar, con lo cual estando con un cochecito de bebé me dejaban de última, tenia que coger aire y fuerza para coger el coche con la niña incorporada y bajar ante la premura de otros usuarios que también querían ser los primeros en subir o ante el temor de que se me cierren las puertas y me aleje del destino, o peor aún que decaigan las fuerzas y no pueda sostener el cochecito con la bebé....para ser honesta, debo reconocer que alguna vez me ayudaron a bajar casi siempre chicas jóvenes o señoras... pensaba para mis adentros: “humm claro o son mamás, o lo han sido o tienen hermanos pequeños, o simplemente me habran visto con cierto apuro”.

Lo bueno de vivir en un pueblo …. hummm respirar tranquilidad, tener una chimenea en casa, sentir el olor inconfundible y penetrable de la leña en este frio invierno,  poder dar paseos con la niña acompañada del sonido del río, del canto de los pájaros,  o de una inmensidad de arboles y montañas. He encontrado la cercanía que me recuerda a mi viejo barrio en La Paz, en el cual  casi todos se conocían y las personas que habitaban eran un referente, por ejemplo no dices la calle  donde vives, sino dices: “Vivo al lado de Luchi, o al lado de Don Roberto” ….

Otro aspecto que hizo que dieramos el paso definitivo al traslado, fue que el pueblo cuenta con una escuela oficial de  idiomas.... pero claro,  mi inquietud era, si el nivel sería el mismo que en Alcalá … pasado un mes, con evaluaciones incluidas, puedo afirmar que el nivel es el mismo o mas, paso dos dias extras en comparación a mi anterior escuela.  Más diferencias.... sobre todo la actitud, los compañeros son más amigables, los siento más cercanos como más entrañables, pero el mayor cambio la profesora. Ya desde el primer contacto con ella fue especial,  puesto que hace mucho tiempo no había visto a alguien que sonriera y disfrutara tanto de su trabajo por consecuencia la motivación que irradia a los estudiantes es más que estimulante.

Tal vez lo único que extraño de Alcalá mis amigos y amigas, por otro lado  tener  un servicio médico completo, las facilidades para movilizarte, el poder pasear por la plaza Cervantes o contemplar al portal de la Universidad de Alcalá......el poder elegir en las grandes superficies las marcas mas modestas de las caras … pero esto me lleva a algo de lo que no quiero ser parte: El consumismo.  En este modesto pueblo, hay de todo, todo lo necesario, y eso para mi es suficiente.

Lo que he encontrado aquí, es la cercanía en la gente del pueblo, la naturaleza a cinco minutos de casa, tranquilidad de saber que puedo dormir sin que mis vecinos pongan la música a todo tren....

Y bueno … ¿volveré a Alcalá ??? claro que sí, pero será  diferente, porque ahora iré para allá sabiendo que mi hogar esta en este pequeño pueblo.