Es muy curioso ver en las esquinas de mayor conflicto circulatorio a jóvenes disfrazados de cebritas y alguno de burrito quienes a través del humor están ayudando a respetar normas básicas para peatones y conductores.
El pasado viernes pude conversar con dos de ellas, quienes me comentaban que lo más difícil de este trabajo es que la gente se enoja cuando ellas lo único que quieren es que la gente respete el paso de cebra por su propia seguridad. Me decían que el que a veces lo pasa peor es el que hace de “burrito” porque es quien se encarga de “retener” al infractor (peatón o conductor) y explicarle a través de mímica que eso no se debe hacer; y lo bueno de este trabajo es que los niños los quieren mucho, se acercan a ellas para abrazarlas, hablarles, para darles ánimos y alegría en su día a día.
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