El texto que leerán a
continuación, hummm me ha dejado muchas sensaciones, entre
agradables, esperanzadoras y como no recuerdos de mi amada Bolivia.
Cuando yo trabajaba en la ciudad de La Paz, tuve la gran oportunidad de conocer muchas comunidades, en algunas de ellas no solo me unia el aspecto laboral, sino incluso la propia convivencia del día a día, experiencia por demás valorada en mi vida. A través de estas vivencias pude conocer de más cerca las experiencias de muchas mujeres aymaras desde las más ancianas hasta las niñas más dulces y cariñosas. Pude comprobar desde primera linea que aunque la mujer aymara de apariencia sumisa, silenciosa, es la que prudentemente tiene el rol de brújula en su hogar, e inclusive en la comunidad.
"En apariencia" pareciera ser que es el hombre quien siempre toma las decisiones e incluso muchos tachan a los aymaras de machistas empedernidos, pero lo que no se "ve a simple vista" es que esas decisiones son consultadas a las mujeres que sabiamente comparten todo esto a través de los círculos de diálogo. Nunca olvidaré la sensación que me causo ver mi primera reunión de comunidad, la disposición era la siguiente: había un círculo de hombres, los ayllus y demás autoridades, todos ellos sentados en el suelo pijchando hojas de coca y casi a dos pasos de ellos estaban ellas, las mujeres que conformaban otro círculo. En los intermedios de la reunión "cosa insólita" para mi, ví como ellos se volvían asia el segundo círculo y consultaban ciertas decisiones y luego ellas lo consultaban entre sí...y ciertamente pude ver que la comunidad daba un ejemplo de equilibrio, de respeto.
Creo, ¡no! ... estoy convencida, que los círculos de diálogo son una herramienta poderosa, una herramienta terapéutica, una herramienta constructiva, esperanzadora ...
Cuando yo trabajaba en la ciudad de La Paz, tuve la gran oportunidad de conocer muchas comunidades, en algunas de ellas no solo me unia el aspecto laboral, sino incluso la propia convivencia del día a día, experiencia por demás valorada en mi vida. A través de estas vivencias pude conocer de más cerca las experiencias de muchas mujeres aymaras desde las más ancianas hasta las niñas más dulces y cariñosas. Pude comprobar desde primera linea que aunque la mujer aymara de apariencia sumisa, silenciosa, es la que prudentemente tiene el rol de brújula en su hogar, e inclusive en la comunidad.
"En apariencia" pareciera ser que es el hombre quien siempre toma las decisiones e incluso muchos tachan a los aymaras de machistas empedernidos, pero lo que no se "ve a simple vista" es que esas decisiones son consultadas a las mujeres que sabiamente comparten todo esto a través de los círculos de diálogo. Nunca olvidaré la sensación que me causo ver mi primera reunión de comunidad, la disposición era la siguiente: había un círculo de hombres, los ayllus y demás autoridades, todos ellos sentados en el suelo pijchando hojas de coca y casi a dos pasos de ellos estaban ellas, las mujeres que conformaban otro círculo. En los intermedios de la reunión "cosa insólita" para mi, ví como ellos se volvían asia el segundo círculo y consultaban ciertas decisiones y luego ellas lo consultaban entre sí...y ciertamente pude ver que la comunidad daba un ejemplo de equilibrio, de respeto.
Creo, ¡no! ... estoy convencida, que los círculos de diálogo son una herramienta poderosa, una herramienta terapéutica, una herramienta constructiva, esperanzadora ...
- Los Círculos de Mujeres pueden acelerar el cambio de la
humanidad. Las mujeres tienen la oportunidad de cambiar el mundo en
las próximas décadas. Pero si no lo hacen ya, probablemente ya no
lo harán. “Tras el extremo feminismo de los 70, ahora el péndulo
se encuentra en el centro, por eso tenemos que aprovechar este
momento. No tengo la menor duda de que un pequeño grupo
comprometido puede cambiar el mundo. En realidad, así ha sido hasta
ahora”.
- “Yo aliento a las mujeres a formar círculos que tengan un
componente espiritual. Simplemente escuchando los problemas, anhelos
y miedos de otras mujeres y contando los tuyos, adquieres fuerza.
Cuando uno está sentado en círculo y en silencio se da cuenta de
que hay una conexión espiritual con poder transformador. Yo
pertenezco a uno desde hace 18 años: encendemos una vela, guardamos
silencio, contamos lo que nos preocupa, debatimos, y juntamos
nuestras energías con un propósito”.
- Cuando lleguemos al “millonésimo círculo” éste será el
punto clave que incline la balanza hacia una nueva humanidad. Hay
una pacífica revolución en marcha, un movimiento espiritual de la
mujer que es difícil de percibir a simple vista, a través de los
círculos de mujeres, de mujeres con capacidad sanadora ¿podría
dar la cultura un vuelco?”.
Jean Shinoda Bolem, EL
MILLONÉSIMO CÍRCULO
No hay comentarios:
Publicar un comentario